El auténtico Panadero
Elegir la Panadería como proyecto de vida, es seguir con una tradición, una pasión y un arte que se hornea a fuego lento, acompañado de mucha creatividad. Ser panadero desde sus inicios exige disciplina, orden, concentración y entrega, pero sobre todo, ¡Amor! Si la gente no ama lo que hace, es poco probable que logre hacerlo bien y le de continuidad.
Un buen panadero debe comprender de la misma manera que lo hace un artista que: ¡Toda creación nunca será igual o parecida a la anterior! Es un oficio que demanda rigor y exactitud y no tiene cabida a improvisaciones. Las variaciones en las cantidades, temperaturas e incluso, la técnica misma, son procesos específicos que deben cumplirse con sumo cuidado y teniendo en cuenta hasta el más mínimo detalle para crear un producto único y delicioso.
Sin embargo, los aspectos técnicos y el conocimiento, no son la esencia total de la Panadería ni del panadero. Es necesario cultivar una serie de valores que se combinan con el quehacer diario y nutren el trabajo que según diferentes fuentes, se ha posicionado como el sexto lugar de los negocios más rentables en el país. Para ser un buen panadero debes desarrollar disciplina, los horarios pueden ser variables según el estilo de vida y es necesario que aprendas a trabajar en la noche o muy temprano en la mañana.
La resistencia es otro de los valores que el buen panadero debe trabajar. Pasar alrededor de 14 horas soportando el calor del horno, no es fácil, como tampoco lo es, estar de pie moviéndose de un lugar a otro. La Panadería es altamente desgastante y es allí, donde el verdadero panadero debe poner a prueba su pasión.
Finalmente, la humildad, la paciencia y la honestidad, complementan la pasión por la Panadería y el éxito del panadero. La calidad debe ser la materia prima y el sello diferencial de cada negocio.
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